¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? (Salmo 116)
Era una mañana lluviosa, fría, el sábado 22 de junio, en el templo de la Basílica de la Merced, cuidadosamente preparada para la celebración de la Eucaristía de las Bodas de Oro Sacerdotales de nuestro querido Padre Anselmo Espinoza Ibacache. El clima no fue motivo para impedir a los fraternos a asistir con entusiasmo, alegría de vivir este encuentro. Cerca de las 12:00 horas, comenzaron a llegar las hermanas de la Fraternidad San Serapio de San Felipe, también de la Fraternidad Santa Maria de Cervellón, de Valparaíso, miembros de la fraternidad Cristo Redentor, de la Basílica, hermanas de la fraternidad Nuestra Señora de la Merced de Calama, la directora de la FLM Fray Luis de la Peña de Victoria, estuvieron presentes miembros de la fraternidad Nuestra Señora de la Merced de Rancagua y miembros de la FLM San Pedro Nolasco del colegio. Hermanos que no pudieron asistir tuvieron la oportunidad de seguir virtualmente la ceremonia. Por supuesto, acompañaron al P. Anselmo sus hermanos, sobrinos, amigos, compañeros de ruta, equipos de trabajo.Participamos de una linda Eucaristía presidida por el P. Anselmo, concelebrada por los Obispos Mercedarios Monseñor Ricardo Morales G, Monseñor Cristián Contreras M, obispo emérito y Monseñor Alberto Lorenzelli (obispo auxiliar De Santiago), Provincial de la Orden de la Merced Fray Mario Salas.
La liturgia de la Palabra nos iluminó con la primera lectura tomada de la Segunda Carta del apóstol San Pablo a Timoteo 1, 6-14. El Salmo 115, cuya antífona cantada por el coro: Alzaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del Señor. El Evangelio fue la lectura de san Juan 15, 9-17.
Posteriormente, participamos de un cocktail en donde tuvimos el tiempo de saludar al P. Anselmo y en esta oportunidad recibió el saludo especial por parte de la Directora Nacional, sra. Paulina de la Carrera P., a nombre de las Fraternidades Laicales Mercedarias del país que a continuación les comparto las palabras.
Querido Padre Anselmo,
En nombre de las Fraternidades Laicales Mercedarias, me dirigo a usted con profundo agradecimiento para felicitarlo en el maravilloso logro de celebrar 50 años de compromiso y servicio como sacerdote.
Durante este tiempo, su guía espiritual y su apoyo incondicional han sido un faro de luz y fortaleza para nuestra comunidad en cada etapa de nuestro camino donde el amor por la fe y su liderazgo han dejado una imborrable huella en nuestros corazones.
Sus sabias enseñanzas, su compasión y su dedicación a nuestras fraternidades han enriquecido nuestras vidas y nos han inspirado a vivir de acuerdo con los valores del espíritu mercedario.
En este momento de celebración, deseamos expresarle nuestra más sincera admiración y gratitud por su generosidad, comprensión y servicio desinteresado.
Que su legado de amor y compasión continúe iluminando el camino de nuestras fraternidades y de todos aquellos a quienes ha tocado con su sabiduría y bondad.
Que nuestro Patrono San Pedro Nolasco y nuestra Madre de la Merced le bendigan en este día especial y que su ejemplo siga inspirando a las generaciones futuras.
Con todo nuestro aprecio y respeto,
P. Anselmo, ¡Gracias!
Fraternidades Laicales Mercedarias
Fraternidades Laicales Mercedarias
Comparto a continuación, la biografía de Fr. Carlos Anselmo Espinoza Ibacache que se nos entregó el día de la ceremonia.
Nació en Chincolco, en el valle de Petorca, región de Valparaíso, el 02 de junio de 1945, hijo de Antonio y de Rosa del Carmen, quienes construyeron una familia compuesta por nueve hijos, su primera comunidad de vida, de la que afirma “en ella había mucho cariño y conservo muchísimos y buenos recuerdos”, siendo los más relevantes, el gesto de su madre, de repartir entre los presentes a la mesa, la comida que preparaba, el bautizo de uno de sus hermanos en la iglesia y las vivencias en la casa de su abuelo materno Luis Alberto Ibacache.
Su abuelo fue una figura fundamental y significativa, era sencillo, generoso, paciente, trabajador y muy religioso. Junto a él vivenció el valor que tiene la experiencia religiosa en la vida de una persona, y la importancia de atender con generosidad al desvalido que lo necesita. De su abuelo escuchó la Historia Sagrada, contada como si la hubiera visto él mismo, con él comenzó a ir diariamente a misa en la parroquia y a rezar cada noche el rosario en familia.
De gran significación fue también en su infancia, el sacerdote diocesano de su parroquia, don Miguel Jaramillo, quien consiguió el permiso de sus padres para que ingresara a la Orden de la Merced, gracias a la cercana relación con la familia, sobre todo con su abuelo y porque era padrino de matrimonio de sus padres. Ha afirmado que, “de otra manera, yo no habría tenido el permiso”.
Indicó en una entrevista que, sus padres nunca se opusieron directamente a su proyecto vocacional, ni tampoco mostraron apoyo explícito, luego de su ingreso a la Orden de la Merced, supo de la pena de sus padres, ya que en aquellos días no se permitían las visitas, y los volvió a ver tres años después, de ingresar, tiempo en el que su mamá le escribía cartas llenas de tristeza a ver si abandonaba la idea.
Sobre su formación religiosa, ha indicado, comenzó desde que nació, gracias a su madre, quien, por educación de su padre, era muy religiosa. Luego continuó en la escuela parroquial, allí, día a día se fue fortaleciendo su vida cristiana, por ello, al proyectarse a futuro, siempre estuvo en él la idea de ser sacerdote y no diocesano sino de comunidad religiosa.
A los catorce años, comenzó a concretar su anhelo vocacional, y el 5 de abril de 1960, ingresó al postulantado mercedario en la ciudad de Rancagua, gracias a la aceptación del Padre Provincial, Fr. Juan Bautista Herrada Armijo. Allí, seguían un régimen interno de estudios y vida religiosa, bajo la guía del maestro Padre Jorge Astroza Herrera.
En septiembre del mismo año, se trasladó junto a los otros postulantes a Santiago, a una casona en Avda. Ossa, bajo la guía del Padre Ricardo Armijo López. Este cambio supuso comenzar a tener clases con profesores externos de las materias de los cursos de humanidades y a fin de año, rendir exámenes en el colegio San Pedro Nolasco de Santiago.
En 1963 se traslada a Melipilla, donde se intensificó la formación religiosa, en el año de noviciado, suspendiendo los estudios comunes y dedicándose a estudiar las materias que los religiosos de la Orden de la Merced impartían como latín, historia de la Orden, urbanidad, espiritualidad, ceremonial, etc., bajo la guía del Padre Carlos Saavedra Fuentes, maestro de novicios. Es ahí donde el 4 de marzo de 1964 hace la primera profesión religiosa.
Después de la primera profesión de votos, regresa a Santiago, esta vez al Estudiantado Mercedario de Avda. Ossa, bajo la guía del Padre Fernando Vásquez Peña, y los Padres: Ramón Agüero, Francisco Ibáñez, Héctor Guerrero y Jaime Nawrath, retoma los estudios humanísticos en el colegio San Pedro Nolasco de Santiago, ahora como alumno regular. Ahí en 1966 cursa el último año de humanidades, convirtiéndose así en un nolasquino y orgulloso exalumno del San Pedro Nolasco de Santiago.
Con el ingreso a la Orden de la Merced comprobó el lugar que el Señor ocupaba en su vida infantil y adolescente; y encontró el cauce adecuado a sus aspiraciones más profundas. En el colegio llevó una vida de estudiante en un ambiente conventual, este espacio fue la prolongación normal de lo que vivió en el postulantado y después en el seminario.
Luego inicia estudios formales de la carrera eclesiástica, dos años de Prppedéutica en el Centro de Estudios de los Sagrados Corazones en Quilín; luego en la Pontificia Universidad Católica donde estudió filosofía y teología integrados en el currículo doctoral. Es en este período, el 23 de septiembre de 1972, en la Parroquia Natividad del Señor, que realiza la Profesión Solemne.
Finalmente, llegó el día de su ordenación sacerdotal, que el Padre Anselmo recuerda como un día espectacular. Fue en la Basílica de la Merced de Santiago, y estaba repleta de fieles, con un gran coro de jóvenes que impregnaron este templo con magníficas melodías, como “Jóvenes, Cristo jóvenes, necesita el mundo de hoy”. Y el momento más sublime fue cuando el Obispo Auxiliar de Santiago, Monseñor Sergio Valech impuso sus manos en la cabeza del Padre Anselmo, para comunicar el poder sacerdotal.
Ha asumido distintos servicios dentro de la Provincia Mercedaria de Chile, tales como:
- Su primera destinación fue a El Salto allí fue Vicario cooperador en la parroquia de la Merced, entre febrero de 1975 y agosto de 1976. Allí formó un coro y junto a las Hermanas Mercedarias del Santísimo Sacramento, en 1975 echaron a andar el Movimiento de la Juventud Eucarística Mercedaria (JEM)
- En agosto de 1976 lo nombran maestro de novicios, teniendo a cargo, trece jóvenes en formación.
- En enero de 1981, fue elegido Provincial. Cargo que ocupó por tres períodos, completando 9 años en total.
- En 1990, lo designan como superior del convento San Pedro Pascual y maestro de estudiantes, llegando a tener en la casa de formación, 35 religiosos, incluyendo, argentinos, ecuatorianos y peruanos.
- El 28 de diciembre de 1993, el P. Provincial lo nombra superior del convento y rector del colegio San Pedro Nolasco de Vitacura, cargo que ejerció hasta el 2007.
- En enero del 2008, asume como superior y párroco de la Parroquia Nuestra Señora de la Merced de Chillán, estuvo ahí 3 años.
- Luego, se traslada a Valparaíso, donde asume como rector del colegio San pedro Nolasco y superior del convento, cargo en el que está por 8 años.
- Desde 2019 a la fecha, asume como párroco de la Basílica de la Merced en el centro de Santiago.
- Durante varios años y en muchas de sus destinaciones ha ejercido además como asesor religioso nacional de las Fraternidades Laicales Mercedarias, siendo personalmente, el formador de muchos de estos grupos.
Nació en Chincolco, en el valle de Petorca, región de Valparaíso, el 02 de junio de 1945, hijo de Antonio y de Rosa del Carmen, quienes construyeron una familia compuesta por nueve hijos, su primera comunidad de vida, de la que afirma “en ella había mucho cariño y conservo muchísimos y buenos recuerdos”, siendo los más relevantes, el gesto de su madre, de repartir entre los presentes a la mesa, la comida que preparaba, el bautizo de uno de sus hermanos en la iglesia y las vivencias en la casa de su abuelo materno Luis Alberto Ibacache.
Su abuelo fue una figura fundamental y significativa, era sencillo, generoso, paciente, trabajador y muy religioso. Junto a él vivenció el valor que tiene la experiencia religiosa en la vida de una persona, y la importancia de atender con generosidad al desvalido que lo necesita. De su abuelo escuchó la Historia Sagrada, contada como si la hubiera visto él mismo, con él comenzó a ir diariamente a misa en la parroquia y a rezar cada noche el rosario en familia.
De gran significación fue también en su infancia, el sacerdote diocesano de su parroquia, don Miguel Jaramillo, quien consiguió el permiso de sus padres para que ingresara a la Orden de la Merced, gracias a la cercana relación con la familia, sobre todo con su abuelo y porque era padrino de matrimonio de sus padres. Ha afirmado que, “de otra manera, yo no habría tenido el permiso”.
Indicó en una entrevista que, sus padres nunca se opusieron directamente a su proyecto vocacional, ni tampoco mostraron apoyo explícito, luego de su ingreso a la Orden de la Merced, supo de la pena de sus padres, ya que en aquellos días no se permitían las visitas, y los volvió a ver tres años después, de ingresar, tiempo en el que su mamá le escribía cartas llenas de tristeza a ver si abandonaba la idea.
Sobre su formación religiosa, ha indicado, comenzó desde que nació, gracias a su madre, quien, por educación de su padre, era muy religiosa. Luego continuó en la escuela parroquial, allí, día a día se fue fortaleciendo su vida cristiana, por ello, al proyectarse a futuro, siempre estuvo en él la idea de ser sacerdote y no diocesano sino de comunidad religiosa.
A los catorce años, comenzó a concretar su anhelo vocacional, y el 5 de abril de 1960, ingresó al postulantado mercedario en la ciudad de Rancagua, gracias a la aceptación del Padre Provincial, Fr. Juan Bautista Herrada Armijo. Allí, seguían un régimen interno de estudios y vida religiosa, bajo la guía del maestro Padre Jorge Astroza Herrera.
En septiembre del mismo año, se trasladó junto a los otros postulantes a Santiago, a una casona en Avda. Ossa, bajo la guía del Padre Ricardo Armijo López. Este cambio supuso comenzar a tener clases con profesores externos de las materias de los cursos de humanidades y a fin de año, rendir exámenes en el colegio San Pedro Nolasco de Santiago.
En 1963 se traslada a Melipilla, donde se intensificó la formación religiosa, en el año de noviciado, suspendiendo los estudios comunes y dedicándose a estudiar las materias que los religiosos de la Orden de la Merced impartían como latín, historia de la Orden, urbanidad, espiritualidad, ceremonial, etc., bajo la guía del Padre Carlos Saavedra Fuentes, maestro de novicios. Es ahí donde el 4 de marzo de 1964 hace la primera profesión religiosa.
Después de la primera profesión de votos, regresa a Santiago, esta vez al Estudiantado Mercedario de Avda. Ossa, bajo la guía del Padre Fernando Vásquez Peña, y los Padres: Ramón Agüero, Francisco Ibáñez, Héctor Guerrero y Jaime Nawrath, retoma los estudios humanísticos en el colegio San Pedro Nolasco de Santiago, ahora como alumno regular. Ahí en 1966 cursa el último año de humanidades, convirtiéndose así en un nolasquino y orgulloso exalumno del San Pedro Nolasco de Santiago.
Con el ingreso a la Orden de la Merced comprobó el lugar que el Señor ocupaba en su vida infantil y adolescente; y encontró el cauce adecuado a sus aspiraciones más profundas. En el colegio llevó una vida de estudiante en un ambiente conventual, este espacio fue la prolongación normal de lo que vivió en el postulantado y después en el seminario.
Luego inicia estudios formales de la carrera eclesiástica, dos años de Prppedéutica en el Centro de Estudios de los Sagrados Corazones en Quilín; luego en la Pontificia Universidad Católica donde estudió filosofía y teología integrados en el currículo doctoral. Es en este período, el 23 de septiembre de 1972, en la Parroquia Natividad del Señor, que realiza la Profesión Solemne.
Finalmente, llegó el día de su ordenación sacerdotal, que el Padre Anselmo recuerda como un día espectacular. Fue en la Basílica de la Merced de Santiago, y estaba repleta de fieles, con un gran coro de jóvenes que impregnaron este templo con magníficas melodías, como “Jóvenes, Cristo jóvenes, necesita el mundo de hoy”. Y el momento más sublime fue cuando el Obispo Auxiliar de Santiago, Monseñor Sergio Valech impuso sus manos en la cabeza del Padre Anselmo, para comunicar el poder sacerdotal.
Ha asumido distintos servicios dentro de la Provincia Mercedaria de Chile, tales como:
- Su primera destinación fue a El Salto allí fue Vicario cooperador en la parroquia de la Merced, entre febrero de 1975 y agosto de 1976. Allí formó un coro y junto a las Hermanas Mercedarias del Santísimo Sacramento, en 1975 echaron a andar el Movimiento de la Juventud Eucarística Mercedaria (JEM)
- En agosto de 1976 lo nombran maestro de novicios, teniendo a cargo, trece jóvenes en formación.
- En enero de 1981, fue elegido Provincial. Cargo que ocupó por tres períodos, completando 9 años en total.
- En 1990, lo designan como superior del convento San Pedro Pascual y maestro de estudiantes, llegando a tener en la casa de formación, 35 religiosos, incluyendo, argentinos, ecuatorianos y peruanos.
- El 28 de diciembre de 1993, el P. Provincial lo nombra superior del convento y rector del colegio San Pedro Nolasco de Vitacura, cargo que ejerció hasta el 2007.
- En enero del 2008, asume como superior y párroco de la Parroquia Nuestra Señora de la Merced de Chillán, estuvo ahí 3 años.
- Luego, se traslada a Valparaíso, donde asume como rector del colegio San pedro Nolasco y superior del convento, cargo en el que está por 8 años.
- Desde 2019 a la fecha, asume como párroco de la Basílica de la Merced en el centro de Santiago.
- Durante varios años y en muchas de sus destinaciones ha ejercido además como asesor religioso nacional de las Fraternidades Laicales Mercedarias, siendo personalmente, el formador de muchos de estos grupos.