Descubrimos en Ramón una vida entregada al servicio redentor, sufriendo los mismos padecimientos de los cautivos, y sostenido por la fuerza de la Eucaristía, y la devoción filial a la Madre de Dios y madre de los hombres.
Según la tradición el Papa quiso nombrarlo cardenal y cuando se dirigía a Aviñón, falleció en Cardona. No habiendo sacerdote que le pudiera administrar el viático, lo recibió milagrosamente. De allí, sus restos fueron trasladados a la ermita de san Nicolás en Portell. El 5 de noviembre de 1625 se consiguió el decreto de reconocimiento de culto inmemorial.
Fuente: Agenda Jubilar Mercedaria. Perú