lunes, 4 de mayo de 2020

6 DE MAYO. CELEBRAMOS A SAN PEDRO NOLASCO, FUNDADOR DE LA ORDEN DE LA MERCED

LA CARIDAD MERCEDARIA

La caridad de Jesús ha movido a muchos cristianos y cristianas a imitar su ejemplo. Uno de estos discípulos es San Pedro Nolasco. Es la nota distintiva de su persona y obra. El amor de Nolasco no era palabra sino acción redentora como lo fue la vida de Jesús. El amor ardía en el corazón de nuestro Fundador, de tal modo que se transformó en fuego incontenible hacia los cautivos cristianos de su tiempo.

San Pedro Nolasco tenía gran sensibilidad hacia los necesitados desde pequeño. Es que el amor reclama ser formado. Una familia que educa con sentido verdadero a sus hijos va imprimiendo poco a poco el amor por el necesitado. Nuestro Padre ha recibido ese influjo positivo y constante para que creciera en él un gran sentido de los pobres.

Y fue formado en la solida caridad evangélica, no extraña que en su edad juvenil sintiese una pasión por la entrega heroica al servicio de los demás. Participa de ese fervor de renovación de la vida cristiana que invade ciertos ambientes de la Iglesia de la Edad Media. Pone manos a la obra. Descubre la penosa realidad de los cautivos, personas cristianas que son sometidas y privadas de su libertad, don tan grande en el ser humano que cuando se pierde, se pierde todo.

Por amor a Cristo pone sus bienes al servicio del rescate de los cautivos. La empresa es claramente superada por la magnitud del problema. Nolasco no se desalienta. Su amor lo empuja hacia adelante. Funda la Orden de la Merced para lo mismo. Recolecta dineros entre los fieles, no para él sino para los cautivos. El fruto de ese gesto de caridad cristiana es admiración, ejemplo, heroísmo. La caridad de Dios puede producir tantos frutos imposibles a la mirada humana.

Nolasco pone todo al servicio de Cristo Redentor que le está llamando en los pobres de su tiempo, los cautivos. Si es necesario, hasta la propia persona podrá quedar en prenda con tal de lograr la ansiada libertad de un cautivo. No hay amor más grande, no hay compasión más concreta que dar la propia vida por otro.

Fuente: Agenda Estudiante Mercedario 2000.