lunes, 26 de septiembre de 2016

REFLEXIÓN: VIRGEN DE LA MERCED ¡SOY LA CAUTIVA, ENCARCELADA, EXCLUIDA Y HAMBRIENTA!

A mis amigos y hermanos mercedarios/as dedico este pequeña reflexión, sobre María la Cautiva y Encarcelada... en el día de su fiesta, 24 de Septiembre. Esta reflexión retoma de un modo más concreto el motivo de la postal del ayer.

Se le llama Redentora porque ha sido y sigue siendo realmente esclava y oprimida (es signo de la presencia de Dios en los encarcelados y excluidos de la sociedad). Ella es la mujer de la trata de blancas y negras, la mujer que ha sufrido más a lo largo de la historia, siendo, al mismo tiempo, hermana, amiga y madre liberadora.

Decir Merced es decir opresión y cautiverio, exclusión y cárcel, porque todo es regalo de Dios, y Dios nos habla precisamente en los excluidos, emigrantes, condenados, de la historia.

Pero, al mismo tiempo, decir Merced es decir libertad. La mujer liberadora es un signo de Dios, y así es signo e imagen de Dios en especial María, la madre de Jesús.
Todo ello está vinculado, para muchos cristianos, al signo de María, la madre de Jesús, tal como la pintó un "interno" (H. Gómez), injustamente encerrado en la Cárcel Modelo (anti-modelo) de Barcelona.
Buen día de la Merced a todos.

La palabra Mercedpuede aplicarse a Dios, a quien los mercedarios han visto siempre como Padre de Misericordia o de Merced. Esa palabra puede y debe aplicarse también a Jesús, pues Cristo ha sido y sigue siendo Hombre de Merced y Misericordia, Redentor de cautivos. Pero en un sentido más estricto mercedarios y mercedarias han aplicado ese título de Merced a María, la Madre de Jesús: no se llaman "nolasquinos" (de Pedro Nolasco), en la línea de los "dominicos" (de Domingo de Guzmán) o los "franciscanos" (de Francisco de Asís), sino mercedarios, es decir, hermanos y hermanas de la Merced de Santa María, Redentora de Cautivos, a quien toman como su auténtica Fundadora. En esa línea, ellos saben que María es liberadora porque, misteriosamente, unida a Jesús, ella aparece también como la cautiva, la encarcelada, la excluida, la hambrienta…

Merced, un título
Por eso, el título Merced (Misericordia, Redención de cautivos) empieza aplicándose a Dios Padre y a Cristo; sin embargo, la tradición mercedaria lo vincula de un modo especial con María, madre de Jesús, a quien llama Virgen y Madre María de la Merced: ella da su nombre y sentido a la familia mercedaria.
– Este título, María de la Merced, no es una referencia de lugar, como los de Lourdes o Fátima, Monserrat o Guadalupe, aunque esos nombres hayan recibido también un sentido carismático especial. La Merced es, más bien, un título teológico y apostólico, que está indicando una faceta importante del misterio de María, la Madre Jesús, de manera que puede convertirse en principio de una acción liberadora al servicio de los hombres cautivos.

– Este título está vinculado a la vida y obre de San Pedro Nolasco, que más que fundador autónomo de familia mercedaria aparece como devoto de María y promotor de su obra de Merced sobre el mundo. En los primeros documentos, el grupo de los redentores de cautivos aparece como Orden de Santa Eulalia (por el nombre de la casa donde residían, en Barcelona) o Redención de Cautivos (por su tarea específica). Pero muy pronto, por impulso del pueblo y elección de los mismos hermanos y hermanas, el grupo empieza a llamarse Orden u obra de Santa María de la Merced, de la Redención de cautivos. Este nombre no fue resultado de una imposición jerárquica, ni elección más o menos arbitraria de los primeros hermanos y hermanas, sino resultado normal de un proceso en el que ellos fueron descubriendo que su obra de Merced (Redención de Cautivos) se encontraba vinculada de manera muy intensa con María, de manera que ella (María) viene a presentarse como Madre de la Merced y la Merced de María se define como obra de Maria. Los hermanos y hermanas podrían haber redimido cautivos sin apelar a la Madre de Jesús o haber mantenido separados los dos elementos (devoción mariana y acción liberadora). Pero los han vinculado de un modo gozoso y comprometido, de manera que María y Libertad aparecen unidos en el título de la Merced.

La “revelación” de la Merced de María
Esta vinculación entre Merced (misericordia, redención de cautivos) y María constituye una de las mayores aportaciones de San Pedro Nolasco, como ha destacó ya hacia 1400 el hermano Nadal Gaver, que recogió y transmitió de forma clásica la primera experiencia mariana del movimiento mercedario, contando la Descensión o bajada liberadora de María, en un relato ejemplar donde se recoge para siempre la inspiración liberadora que está al fondo de los diversos grupos mercedarios. Esta es en resumen su relato (escrito en un libro titulado Speculum Fratrum, el Espejo de los Hermanos):
– Historia previa. Pedro Nolasco había empezado había comenzado a realizar su obra el año 1202, con un grupo de hermanos y hermanas. Pero un día descubrió que ella no avanzaba, llegando a pensar que el grupo y obra podía disolverse. Estaba ye en 1218. Habían pasado muchos años. Había gastado su fortuna y la fortuna de varios amigos, pero no se lograban verdaderos resultados. Aumentaban las dificultades, crecían los cautivos, la obra es estancaba. Pues bien, estando de noche en oración, con estos pensamientos, invocando a la Señora, Madre de Jesús, sintió que alguien se acercaba. ¿Cómo lo sintió, qué vio, cómo escuchó las palabras? Este es el secreto de la experiencia mercedaria, una historia que deben evocar siempre de nuevo devotos de María de la Libertad.
– Diálogo. La experiencia mariana de Pedro Nolasco se expresó en un diálogo o revelación fundamental en cuatro momentos.
1) Ella viene y Pedro pregunta: ¿Quién eres tú? Quiere saber quién es la Señora; estar seguro, saber con quien habla.
2) La Señora revela su deseo. Antes que decirle quien es, ella le ofrece una tarea: que siga liberando, que no deje su obra, sino que la asuma de nuevo y la organice de manera más intensa, como movimiento de liberación.
3) Nueva pregunta de Nolasco: ¿quién soy yo para realizar esta tarea? Es una pregunta que aparece en gran parte de las experiencias espirituales, ya en el Antiguo Testamento (por ejemplo en Moisés e Isaías).
4) La Señora no responde de manera directa a esa pregunta, sino que lo hace de un modo indirecto, ofreciéndole de nuevo su tarea, en nombre de Cristo. No es tarea nueva, no es algo que Nolasco no supiera, sino la obra de Merced, de redención de cautivos.
– Revelación mercedaria de María. Sólo al final, para ratificar su encargo, la Señora se presenta a sí misma diciendo, de manera condensada:
"Yo soy María, aquella en cuyo vientre asumió la carne el Hijo de Dios, tomándola de mi sangre purísima para la reconciliación del género humano. Yo soy aquella a la que dijo Simeón cuando ofrecí a ese Hijo sobre el Templo, para realizar la obra de Dios: mira éste ha sido puesto para ruina y resurrección de muchos; será signo de contradicción; y a ti misma una espada te atravesará el alma" (Lc.2, 33-34).
María es la que lleva en su “vientre” (con Jesús) el sufrimiento de la historia humana… Ella aparece así como la cautiva, la encarcelada, la excluida… No es la Virgen de los grandes soldados, de los triunfadores… sino signo de la presencia de Dios en los rechazados y negados de la tierra.
De esta forma viene a revelarse María de la Merced: ella aparece como aquella que ha dado y sigue dando su sangre, es decir, su vida, a favor de los oprimidos y cautivos. Ciertamente, los mercedarios y mercedarias saben que ella es la Theokokos o Madre de Dios; saben que es Inmaculada y que está Asunta en el cielo. Pero en el centro de su piedad mariana han descubierto, con Pedro Nolasco, otro elemento: María sigue sufriendo con Jesús a favor de los oprimidos y cautivos; ha dado y sigue dando su sangre por ellos (pues la dio para el nacimiento de Jesús); ellos descubren que María sigue llevando en el alma la espada de dolor redentor por los cautivos.
Yo soy la que sufre en los cautivos (en los encarcelados, en lo excluidos…)

La tradición mercedaria presenta a María no sólo como liberadora, sino como aquella mujer (¡madre de Dios!) que sufre con los que sufren (como supone, desde Jesús, Mt 25, 31-46). Los grandes textos del dolor de María (Lc 2, 33-34, la espada de Simeón, y Jn 19, 23-25, compasión bajo la cruz), incluyen diversos temas: ella ha sufrido su noche oscura por no entender a Jesús, por ver el rechazo de los judíos y de todos los no cristianos, por sentir su dolor en la cruz... Pues bien, en el fondo de esos textos, los mercedarios han visto con Pedro Nolasco algo nuevo:
– María sigue sufriendo hasta el fin de los tiempos allí donde sus hijos se encuentran cautivos: Así aparece como mujer y madre solidaria. Ella es con Jesús el recuerdo viviente de la herida que forma la opresión en este mundo; ella es la memoria viva de las injusticias que destruyen a los hombres y mujeres de la tierra. Así aparece como expresión viviente de la solidaridad de Dios, que penetra en la debilidad del mundo, para sufrir con los que sufren. Ella representa de algún modo a todos los cautivos del mundo.  
– María es, al mismo tiempo, impulsora y garante de un movimiento de libertad. De esa forma anima, desde abajo, a partir de los mismos cautivos, un camino y proceso de liberación y así aparece como promotora y garante de liberación. Ella no se encuentra simplemente arriba, desentendida de la historia humana; no está en un cielo de felicidad ya conseguida, dejando a un lado los problemas de la humanidad sufriente, sino todo lo contrario: unida con los pobres y cautivos, a favor de ellos, promueve un movimiento de liberación cuyo primer hermano ha sido Pedro Nolasco.
Esta ha sido la mayor aportación religiosa de Pedro Nolasco: él ha puesto su movimiento de liberación bajo el amparo y guía de la Madre de Jesús, a quien presenta como Madre de gracia y de Misericordia, es decir, Merced de Dios, principio y garantía del compromiso cristiano a favor de la liberación de los cautivos. Lógicamente, conforme a esta experiencia fundadora, María acaba diciendo a Pedro Nolasco:
"Es mi voluntad que fundes un grupo que se dedique a redimir cautivos, sabiendo que eso implicará dificultad y sufrimiento. También vosotros seréis un signo de contradicción, en este mundo que sigue oprimiendo a muchísimas personas; por eso, una espada os atravesará vuestra alma. Igual que yo he sufrido por Jesús, para que llegue el Redentor, deberéis sufrir vosotros, debéis llevar en el alma y en el cuerpo el dolor de los encarcelados y cautivos, de los excluidos y negados… para acompañarles y liberarles, para que la redención se complete y un día vivan en amor y comunión todos los humanos".
Esta sigue siendo la palabra clave de María de la Merced. Este el sentido de su patrocinio sobre el conjunto de la familia mercedaria.

Fuente: El blog de X. Picaza